martes, 14 de octubre de 2014

La humanidad somos todos

   


   Cuando pensamos en nuestros vínculos, les asignamos automáticamente un nivel de importancia distinto según de quién se trate. Una jerarquía. Esta diferenciación tiene que ver con nuestras distintas necesidades a lo largo de nuestras vidas. Algunas de ellas afectivas, y otras, determinadas por razones de conveniencia circunstancial relativas a nuestro trabajo, nuestra vida social en el barrio y demás. 
   Estos vínculos, desde la perspectiva estrictamente "afectiva", no necesariamente deben y de hecho no lo hacen, permanecer inalterables a lo largo del tiempo. Y desde luego, es natural que así sea. Por una sola razón:

> Las relaciones humanas existen en nuestra vida para que podamos aprender. Aprender del otro, y de nosotros mismos ante ese otro <

-Pero como! Un momento! A mi me enseñaron que las relaciones existen para hacernos felices!
   
   Bueno, para empezar digamos que si esto último fuera verdad, las personas con mayor cantidad de vínculos son las más felices! Será? ... mmmmm.

Aclaremos que el estado de "felicidad" no es alegría desbordante y perpetua, sino un estado mental-emocional en el que prevalece el punto de equilibrio. Un nivel gobernado por la serenidad interior y una gran afecto y respeto por sí mismo. La persona es consciente de los buenos momentos y también de las dificultades e infortunios, pero estos últimos no opacan su visión positiva y optimista del conjunto y difícilmente lo suman en estados de desesperación y derrota. La persona feliz tiene la capacidad de maravillarse y disfrutar de las pequeñas cosas y agradecer también los pequeños gestos de sus semejantes. Ser FELIZ, es sin dudas la expresión más sublime de la vida misma y depende más de lo intangible, que de lo tangible.

   En cada uno de nosotros conviven simultáneamente el alumno y el maestro. Así como aprendemos de quien tenemos al lado, también enseñamos. No importa que lo deseemos o no, porque no depende de nuestra intención, sino de la situación misma. 
   Sin embargo, la libertad que nos ha conferido el universo, pone en nuestras manos la determinación de aprovechar la oportunidad de capitalizar las lecciones que surgen de nuestras relaciones, o dejarlas pasar.  

   En cada nivel (familia, amigos, amores, colegas profesionales, vecinos, conocidos, enemigos...) nuestra responsabilidad es aprender para crecer como individuos y como eslabón importante de la comunidad en la que vivimos y de la cual nos nutrimos.

   No tiene sentido pensar la evolución desde y hacia lo individual. 

   Cuando un vínculo ha cumplido un ciclo, entonces se cierra para dejar lugar a la apertura de uno nuevo. Cuando esa persona ha agotado el contenido que debía verter en nosotros y el nuestro en ella, los rumbos relacionales se re-definen. 

   Esta es la razón por la que jamás debes lamentar la partida de alguien, ni arrepentirte de los acontecimientos del pasado. En ellos había un propósito para ti. Exprímelo, nutre tu mente de él, aprende la lección y continúa! El amigo, el amor, el compañero, se renueva y con esa renovación tu mundo interior se expande. 
   Algunas veces es un camino de dolor y otras, de alegrías inmensas y recompensas fabulosas, y así fue, es y lo será por siempre...

Lánzate con toda tu energía, siente, vive...

                                                                          APRENDE...

                                                                                                                                                     CRECE!




Muchas gracias por estar!

   

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