jueves, 16 de octubre de 2014

Desnudos y expuestos

 


   Vemos a los demás y al mundo desde nuestra perspectiva y tanto las cosas y/o personas que nos agradan o dejan de hacerlo, no son otra cosa que el espejo que refleja nuestro interior.
   Vemos, sentimos y nos detenemos en eso y solo en eso con lo que tenemos un grado de identificación. Sea ésta positiva o negativa o contenga, como sucede normalmente, algo de ambas.
    Si el gordo, el extrovertido o el homosexual nos despierta rechazo. Si la mujer verborrágica nos resultó simpática y el aroma de la sala nos descompuso del estómago... etc, significa que desde nuestro subconsciente se estableció una conexión relevante con la cosa, situación o persona. 

   En nuestro subconsciente se guardan el 100% de todo lo experimentado, y este contenido vivo y dinámico va formateando nuestros gustos personales, juicios y prejuicios, la dirección general de nuestras opiniones y valoraciones. Para dimensionarlo en términos informáticos diremos que el cerebro tiene una capacidad de memoria de 2,5 millones de Gigabytes.
   
Tal es el grado de asociatividad compleja del cerebro, que incluso se combinan la información de los distintos sentidos. Por ejemplo; un aroma nos recuerda al momento en que conocimos a nuestro amor y nos llena de satisfacción  y emoción positiva, porque en aquél momento especial y de mayor sensibilidad de nuestros sentidos, ese aroma lo sentía en su ropa cada vez que se acercaba a mí. Sin embargo podemos sufrir la ruptura de esa relación en algún momento y la asociatividad de contenidos puede cambiar e incluso ponernos ante emociones encontradas. Es decir que, lo que en un momento ese aroma representó, ahora de repente cambió.

   Todos nuestros juicios de valor sobre los demás, lo que nos gusta y lo que no, es información subjetiva y relacionada a nosotros mismos, porque lo que nosotros en particular vemos en el otro, otros terceros pueden no verlo o bien, no asignarle ninguna relevancia.

   Lo que intento apuntar aquí es que nuestras opiniones y acciones dirigidas a los demás, aquello que decidimos situar en un nivel de evidencia e importancia revelan también nuestro propios estados, nuestras propias miserias, virtudes, debilidades, fortalezas, miedos, bondades e inseguridades.

El otro, en parte, también soy yo, puesto que eso que percibo de ese otro tiene los componentes de mi propia psique. 
Lo miro, lo escucho, lo siento... lo interpreto y finalmente, una vez cargada la impresión con mis propios contenidos intelectuales y emocionales... lo proyecto y aplico un juicio de valor: 

No me gusta que hable tanto!, qué simpático que es!. su ansiedad me afecta!, es una excelente persona!, es un cretino! me cae mal!, me cae bien!...

La expresión psicopatológica más común de las percepciones esta representada en las FOBIAS (disparadores de miedo extremo e irracional. El cerebro emocional bloquea las funciones del intelecto. Se pierden el juicio, el sentido común y de la proporcionalidad). 
   Fobia a los espacios abiertos; a los espacios cerrados; a los homosexuales; a las arañas...
Son consideradores desordenes psiquiatricos y requieren tratamiento profesional debido a que no solo se pone en riesgo la salud de quien lo parece sino que simultáneamente se expone la seguridad de terceros.







Muchas gracias por estar!

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