Para comprender los motivos que nos hacen pensar y actuar de determinadas formas, consideremos que el cerebro es una computadora biológica que a lo largo de su vida captura información a través de los sentidos (oído, tacto, gusto, vista y olfato) las veinticuatro horas del día y sin pausa, Incluso desde antes de nacer y hasta que morimos. Son los instrumentos a través de los cuales un humano percibe su entorno exterior. Pero atención! La información que traspasa estos portales hacia el interior del Ser, sufre alteraciones.
El sentido de la "percepción extrasensorial" es un sentido interno diferente. Se lo menciona como el sexto.
Esta sucesión constante de datos ingresa al cerebro de forma pura, tal cual es en el exterior. Llamemos a estos datos, "realidad" Lo que "es" sin más y libre de interpretaciones subjetivas. Un sonido, una imagen, un aroma, una escena en la calle...
A partir de aquí, esa realidad será alterada en nuestra mente según nuestra particular percepción en función de nuestros prejuicios, ideas, traumas, complejos, temores, creencias, grados de fe, estados emocionales del momento y otros guardados como reflejo, y convicciones, valores inculcados por terceros que progresivamente y sutilmente incorporamos como propios (desde la escuela, la familia, los amigos, la tv)... etc.
Las ideas religiosas, nuestros criterios de lo que es bello, ético, moral, bueno o malo, apropiado o no, justo e injusto, importante o irrelevante, lindo o feo, provienen de allí. Todo este entramado de contenidos muy influyentes termina siendo el sustrato sobre el cual erigimos nuestra personalidad, nuestra identidad frente a la sociedad y ante nosotros mismos.
Es así como nuestra mente construye momento a momento un mapa propio y único de la realidad, que podrá ser parecido y no más que eso, respecto de los mapas que las demás personas tengan, y a pesar de ser testigos simultáneos de un mismo fenómeno.
Pensemos que cuando interpretamos la realidad, cargamos no solo con el contenido de nuestro intelecto, sino también con el peso de nuestras emociones.
Algunas de estas emociones vienen incorporadas en nuestro cerebro y son la herencia de lo aprendido por nuestros antepasados desde el inicio de la historia humana. Estas emociones primarias, guardan relación con nuestros instintos básicos: el amor materno, el miedo a la muerte y a lo desconocido, etc.
Es relevante que entendamos una cosa: Nuestras "emociones" afectan nuestros pensamientos (hacia lo negativo, positivo o neutro) Pero nuestros pensamientos conscientes no tienen poder sobre los estados emocionales. No es así como se disciplinan las emociones. Las emociones negativas se desactivan yendo a la "raíz" de éstas.
Porqué es importante comprender esto?
Porque es el primer paso para reducir las burbuja de nuestra arrogancia. Aprender a escuchar. Aprender en la práctica, el valor de la empatía (intentar ponerse en los zapatos ajenos) antes de criticar, juzgar, estigmatizar o condenar.
Todos los seres humanos tenemos necesidad de afecto, es real. Este afecto también tiene que ver con sentir que somos escuchados y se intenta, al menos, comprendernos.
No importa lo demente, trivial, atemporal o desacertado que nos parezca la perspectiva ajena. Cada persona interpreta y transmite ya sea a través de una opinión o una conducta, según las opciones de mapas que tiene disponibles en su mente en ese momento y es responsable de ello. Responsable no significa culpable!
No somos quienes, para arrogarnos el derecho de juzgar la vida ajena y sus circunstancias.
El mapa no es el territorio y hay tantos mapas como Seres humanos en esta Tierra.
Quizá sea una buena idea invertir nuestra energía en el control y dirección de nuestros propios asuntos e intereses; observar a los demás con sentido de escuela, con sentido de aprender... de cuidar y ayudar a estar bien, a ser mejor.
Todos estamos aquí con el mismo básico y esencial propósito:
APRENDER Y EVOLUCIONAR en lo personal, aportando de esta manera a la evolución universal.
Gracias por estar!
Muchas gracias
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