miércoles, 12 de noviembre de 2014

Que el miedo nos inspire!

    



   Crecer, en el sentido que escojamos hacerlo, implica riesgos siempre. En los negocios, cuando nos abrimos hacia nuevos afectos, en lo académico, en lo profesional, en todo aquello que hacemos a diario. Vivir implica riesgos!  

   Cuando tomamos decisiones lo hacemos en función de la información con la que contamos en ese momento y no podríamos suponer otros datos ni basarnos en experiencias inexistentes o ajenas. Es injusto tratarnos mal cuando cometemos errores. 
Esto es importante considerarlo porque me da pié para advertir la diferencia entre fracasar y equivocarse. 

Equivocarse es no obtener los resultados mínimos deseados por haber tomado decisiones desacertadas. Es natural, humano, incluso necesario para crecer en conocimientos y mejorar nuestra actitud. Nos da razones para articular cambios positivos en nosotros. Para hacer las cosas de otra manera. La experiencia es hija de los errores APRENDIDOS. El secreto fundamental no es equivocarse gratuitamente toda la vida por el solo hecho de equivocarse, sino el trabajo posterior detrás de cada error, el trabajo de analizar, meditar y aprender de modo teórico y especialmente práctico a partir de esos fallos.
Fracasar es algo completamente distinto. Es renunciar al esfuerzo de buscar las formas para lograr los fines que perseguimos. Quien fracasa, ha renunciado a su derecho de aprender y a la oportunidad de crecer. Ha entregado sus fuerzas y voluntad a su lado más oscuro.

   Asertividad y error. Ambas posibilidades coexisten simultáneamente, y que haya tendencia hacia una u otra depende en gran medida de nuestra ACTITUD interna. De no dejarnos captar por el monstruo de la duda paralizante y el temor sin sentido.

Lo que fuera o quien fuera que nos creó, nos dotó de una infinita y gran fuerza espiritual, como así también de la capacidad intelectual necesaria para garantizar nuestra evolución.
No existe razón para abandonar un sueño ni darse por derrotado mientras se vida.  
Cualquiera sea el argumento tras el cual nos queramos esconder, será siempre una mentira contada a nosotros mismos.

Cada vez que te encuentres ante un nuevo camino, el miedo aparecerá en tu mente para frenarte. Para sugerirte que te quedes en la certidumbre de lo conocido y sin importar cantos años tengas ello ocurrirá una y otra vez. Esto es así porque una parte del cerebro cumple una función. La de asegurar su propia supervivencia. No le gustan los riesgos y reacciona en consecuencia generando el sentimiento del miedo como signo de advertencia, de cuidado!
   
   Y entonces allí, emprende contra él, pon el corazón y la razón a tu favor, conviértelas en un viento que nazca desde tu vientre y alimente tus esfuerzos sin descanso hasta alcanzar esas metas que viven en tus deseos y en tus sueños más nobles. Convierte esos miedos en el alimento de tu temple y fortaleza!


Muchas gracias por estar!




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